domingo, 2 de febrero de 2014

El resurgimiento de la paternal

Ayer sábado acompañe a mi mujer a una milonga y debo reconocer que viví un gran momento,  que fue cuando decidimos irnos de allí. No sin antes vivir otros  que por supuesto no estaban a la altura del último pero no hay que quitarle ningún mérito, como por ejemplo ,el segundo , haber llegado dos horas antes porque estaba mal anunciado el horario .
Así que decidimos ir a buscar a pie un lugar para cenar y nos encontramos con “La esquina de Bufano”, un restaurante bien de barrio, lo mejor que había a 200 metros a la redonda. Polémica en el bar en la televisión, con una carta que salvo la lista de precios no variaba desde el gol en el que el Diego dejo tirado al loco Gatti besando el pasto en el 1980, y hago referencia a este hecho histórico y futbolístico porque estábamos nada más y nada menos que el barrio de la paternal, muy cerca de la cancha de la Asociación Atlética Argentinos Juniors .
Regresamos a la milonga en el club “el resurgimiento” que no  no sabemos a ciencia cierta si en algún momento estuvo cerrado pero calculamos que sí, también calculamos que pudo haberse llamado el oriental, no por la cantidad de supermercados chinos que años mas tarde iban a inundar el barrio de la paternal sino porque esta sobre la calle José Gerbasio Artigas, número 5 de  un famoso club uruguayo y gestor  de la famosa técnica “el molinete”.
En la entrada había una señora intentando cobrar la entrada a la que le dimos 30 pesos por cabeza, por cabeza dura. Estaba mas claro que el agua que íbamos a un fracaso asegurado, no obstante notamos que las mesas centrales estaban todas con sus respectivos carteles de “reservado”. En el fondo del salón del club una proyección de la época en que el club era realmente un gran acontecimiento y allí estaba Carlitos , antes de subirse al avión, deleitando nuestra vista ya que de fondo sonaba algún tango moderno de esos que solo se animan a poner antes o después de la llegada de los históricos. Y así empezaron a llegar, las primeras eran dos chicas, entradas en años pero bien llevados, sumando la edad de las dos llegábamos a la época de cuando el tango solo se tocaba con guitarras seguro. Posteriormente entro desde mi punto de vista el personaje mas exótico que alguna vez ví en una milonga, no más de 40 años y con una pelada que se parecía mucho a la pista de aterrizaje de Aeroparque, ya que tenía los costados iluminados con un color anaranjado que no se de donde lo saco, se me ocurre que pudo haberlo sacado de una lata de pintura con las que pintan las lanchitas los pescadores de la Bahía de San Borombón, en San Borombón.
De repente siento una voz que a simple vista pude detectar con muchos problemas de todo tipo, cuando me giro lo veo, me quede mudo durante al menos cinco segundos no pudiendo dejar de mirar su cabellera, al mejor estilo Javier Bardem en la película en el que tipo que era gallego y se quería autoliquidar porque se le paso el pulpo de cocción, pero este, con rulos anaranjados saliendo disparados hacia los costados como fetuchinis. Y ahí lo escucho que me dice: “yo pagué 30 pesos , ustedes cuanto pagaron porque vine pensando que era gratis”. “Lo mismo, lo mismo” contesté como un tipo que quiere irse antes de haber llegado. Sus pupilas estaban dilatadas como si se hubiera tomado una sopa de ansiolíticos y hubiera cruzado a nado la restinga en bajamar. Le pregunté si era del barrio y me contesto que sí que era de acá de Flores, cosa que también me llamo la atención ya que estábamos en la paternal. Su segunda pregunta fue un poco mas rara, mas acorde a su personalidad: “Acá cerca hay una sala de singer, ¿ustedes nunca fueron?”, me dijo, yo le respondí lo primero que se me vino a la cabeza: “no mira, yo deje de cocer cuando empecé a hacer el curso de dactilografía”, el me miro como si yo tuviera problemas por lo que me sentí realmente muy raro, porque que un tipo así piense que yo era raro como mínimo requeriría una sesión mas a la semana de yoga en el agua, me di vuelta rápidamente.
Y seguían llegando bailarines, algunos solos y otros con sus respectivas parejas, y  salió al ruedo la primera tanda que tenía presentación oficial en la voz de una reconocida figura radial, que decía : “Ahora es el momento de presentar a Osvaldo Fresedo, el pibe de la paternal aquí en el resurgimiento”, inmediatamente la pista se lleno de bailarines, también de gente que yo ni sabía que había , empezaron a salir de debajo de las mesas inclusive y hasta un gato de color blanco y negro cruzo la pista como pancho por su casa. Y vino otro gran momento que fue el de una voz que salió de la musicalización que sobrepasando ampliamente los decibeles de la canción aclaro: “la actualización del antivirus ha sido realizada”, todos se miraron y con cara de “menos mal” siguieron bailando como si nada hubiera pasado.
Mi mujer estaba realmente disfrutando , debo aclarar que mi compañera es francesa y un poco peronista. Pero por momentos no podía creer lo que veían sus ojos y mucho menos dejar de mirar al peluca de payaso que tenía detrás de mí. Yo me levanto para ir al baño y como no podía ser de otra manera la sacan a bailar, cosa que para mí fue no fue muy gratificante ya que me quedaba solo con el psicópata detrás mío, que me vuelve a hablar y me dice: “vos no sos celoso por lo que veo porque dejas que tu mujer baile con otros hombres”, a lo que otra vez le respondo lo primero que se me viene a la cabeza y le digo: “ no vayas a creer, una vez le sacudí un plato de fetuchinis en la cabeza a uno” y volví a mirar hacia la pista como dada por terminada la conversación. Por suerte no fue una tanda entera y regreso pronto a mi rescate.
Acto seguido llega otro gran momento que fue la entrada de un infaltable que es “el rey de la milonga”, con un pelada reluciente, pantalones anchos, camisa blanca planchada y cuello almidonado, de la mano de una morocha que debo decirlo, después de mi mujer, que seguramente estará leyendo esto, era la más linda de todo “el resurgimiento”, un minón. El pelado no tardo en salir a la pista, bailaba como si la pista estuviese resbaladiza, y con pasos extremadamente amplios, tal es así que la chica muchas veces llegada entre 6 y 7 segundo después a su posición. Este que también podría haber sido otro gran momento se me viene abajo cuando me entero que el dolape, “le roy de la milongá” estaba bailando nada mas ni nada menos con su hija.
Vuelven a sacar a bailar a la francesa kirchnerista, esta vez el organizador de la milonga, que no bailaba nada mal para lo que había en la pista, estaba un poco sudado eso sí, no dejaba mina sin bailar, no sea cosa que no vuelvan.
La miro a mi esposa pidiendo clemencia , ya era hora de quitar las cadenas de mis pies,  y es ahí cuando llega otro grandísimo momento, la entrada de un rengo, cabe destacar que desde la entrada hasta la mesa de los guays, o los jóvenes de la milonga, grupo al que él pertenecía aún , le quedaba por caminar no menos de 28 metros y 17 centímetros. Fue ahí cuando le comenté al psicópata con cierto entusiasmo que no me iba de ahí sin verlo bailar, como si yo ya formara parte de un cuento de Bioy , de Carlos Casares. Sin duda fue el mejor momento de la noche.
Al lado nuestro las infaltables veteranas de guerra que aburrían hasta a los muertos, y una pareja que sin duda era el símbolo del amor, él media metro noventa y ella no llegada al metro sesenta,  flexionaba sus rodillas al mismo tiempo que tiraba un ocho cruzado y ella colgada de su jirafa hacía equilibrio arriba de sus tacos de aguja sin perderle el tranco.
Y así el tinglado estaba en su esplendor, la noche lluviosa de Buenos Aires se hacía notar, había muchas parejitas que no compartían compañero, eran más bien como correligionarios, las miradas trasladadas a palabras por lo bajo eran algo así como “si sacas a esa o te cabecea ese nos vamos ahora mismo a casa y vas a ver la que te espera” y eso hacía que los momentos ya comenzasen a hacerse monótonos , las mujeres solas ya no tenían más nada de que hablar, por otro lado ya habían criticado lo suficiente, se podía decir que era la hora de la retirada. No sin antes volver a escuchar sobre mi espalda la voz de Krusty que me decía: ¿ya se van? ¿No se quedan al sorteo?, a lo que le respondí otra vez un poco nervioso y apurado : “No podemos participar porque somos de la comisión directiva” y nos fuimos siendo conscientes de que las milongas de los barrios de Buenos Aires tienen mucha poesía aún para regalarnos.


Pérez Benito