Ayer sábado acompañe a mi mujer a una milonga y debo
reconocer que viví un gran momento,
que fue cuando decidimos irnos de allí. No sin antes vivir otros que por supuesto no estaban a la altura
del último pero no hay que quitarle ningún mérito, como por ejemplo ,el segundo
, haber llegado dos horas antes porque estaba mal anunciado el horario .
Así que decidimos ir a buscar a pie un lugar para cenar y
nos encontramos con “La esquina de Bufano”, un restaurante bien de barrio, lo
mejor que había a 200 metros a la redonda. Polémica en el bar en la televisión,
con una carta que salvo la lista de precios no variaba desde el gol en el que
el Diego dejo tirado al loco Gatti besando el pasto en el 1980, y hago
referencia a este hecho histórico y futbolístico porque estábamos nada más y
nada menos que el barrio de la paternal, muy cerca de la cancha de la Asociación
Atlética Argentinos Juniors .
Regresamos a la milonga en el club “el resurgimiento” que
no no sabemos a ciencia cierta si
en algún momento estuvo cerrado pero calculamos que sí, también calculamos que
pudo haberse llamado el oriental, no por la cantidad de supermercados chinos
que años mas tarde iban a inundar el barrio de la paternal sino porque esta
sobre la calle José Gerbasio Artigas, número 5 de un famoso club uruguayo y gestor de la famosa técnica “el molinete”.
En la entrada había una señora intentando cobrar la entrada
a la que le dimos 30 pesos por cabeza, por cabeza dura. Estaba mas claro que el
agua que íbamos a un fracaso asegurado, no obstante notamos que las mesas
centrales estaban todas con sus respectivos carteles de “reservado”. En el
fondo del salón del club una proyección de la época en que el club era
realmente un gran acontecimiento y allí estaba Carlitos , antes de subirse al
avión, deleitando nuestra vista ya que de fondo sonaba algún tango moderno de
esos que solo se animan a poner antes o después de la llegada de los
históricos. Y así empezaron a llegar, las primeras eran dos chicas, entradas en
años pero bien llevados, sumando la edad de las dos llegábamos a la época de
cuando el tango solo se tocaba con guitarras seguro. Posteriormente entro desde
mi punto de vista el personaje mas exótico que alguna vez ví en una milonga, no
más de 40 años y con una pelada que se parecía mucho a la pista de aterrizaje
de Aeroparque, ya que tenía los costados iluminados con un color anaranjado que
no se de donde lo saco, se me ocurre que pudo haberlo sacado de una lata de
pintura con las que pintan las lanchitas los pescadores de la Bahía de San Borombón,
en San Borombón.
De repente siento una voz que a simple vista pude detectar
con muchos problemas de todo tipo, cuando me giro lo veo, me quede mudo durante
al menos cinco segundos no pudiendo dejar de mirar su cabellera, al mejor
estilo Javier Bardem en la película en el que tipo que era gallego y se quería
autoliquidar porque se le paso el pulpo de cocción, pero este, con rulos
anaranjados saliendo disparados hacia los costados como fetuchinis. Y ahí lo
escucho que me dice: “yo pagué 30 pesos , ustedes cuanto pagaron porque vine
pensando que era gratis”. “Lo mismo, lo mismo” contesté como un tipo que quiere irse antes de haber llegado. Sus pupilas estaban dilatadas
como si se hubiera tomado una sopa de ansiolíticos y hubiera cruzado a nado la
restinga en bajamar. Le pregunté si era del barrio y me contesto que sí que era
de acá de Flores, cosa que también me llamo la atención ya que estábamos en la
paternal. Su segunda pregunta fue un poco mas rara, mas acorde a su
personalidad: “Acá cerca hay una sala de singer, ¿ustedes nunca fueron?”, me
dijo, yo le respondí lo primero que se me vino a la cabeza: “no mira,
yo deje de cocer cuando empecé a hacer el curso de dactilografía”, el me miro
como si yo tuviera problemas por lo que me sentí realmente muy raro, porque que
un tipo así piense que yo era raro como mínimo requeriría una sesión mas a la
semana de yoga en el agua, me di vuelta rápidamente.
Y seguían llegando bailarines, algunos solos y otros con sus
respectivas parejas, y salió al
ruedo la primera tanda que tenía presentación oficial en la voz de una
reconocida figura radial, que decía : “Ahora es el momento de presentar a
Osvaldo Fresedo, el pibe de la paternal aquí en el resurgimiento”,
inmediatamente la pista se lleno de bailarines, también de gente que yo ni
sabía que había , empezaron a salir de debajo de las mesas inclusive y hasta un
gato de color blanco y negro cruzo la pista como pancho por su casa. Y vino
otro gran momento que fue el de una voz que salió de la musicalización que
sobrepasando ampliamente los decibeles de la canción aclaro: “la actualización
del antivirus ha sido realizada”, todos se miraron y con cara de “menos mal”
siguieron bailando como si nada hubiera pasado.
Mi mujer estaba realmente disfrutando , debo aclarar que mi
compañera es francesa y un poco peronista. Pero por momentos no podía creer lo
que veían sus ojos y mucho menos dejar de mirar al peluca de payaso que tenía
detrás de mí. Yo me levanto para ir al baño y como no podía ser de otra manera
la sacan a bailar, cosa que para mí fue no fue muy gratificante ya que me
quedaba solo con el psicópata detrás mío, que me vuelve a hablar y me dice: “vos
no sos celoso por lo que veo porque dejas que tu mujer baile con otros hombres”,
a lo que otra vez le respondo lo primero que se me viene a la cabeza y le digo:
“ no vayas a creer, una vez le sacudí un plato de fetuchinis en la cabeza a
uno” y volví a mirar hacia la pista como dada por terminada la conversación. Por
suerte no fue una tanda entera y regreso pronto a mi rescate.
Acto seguido llega otro gran momento que fue la entrada de
un infaltable que es “el rey de la milonga”, con un pelada reluciente,
pantalones anchos, camisa blanca planchada y cuello almidonado, de la mano de
una morocha que debo decirlo, después de mi mujer, que seguramente estará
leyendo esto, era la más linda de todo “el resurgimiento”, un minón. El pelado
no tardo en salir a la pista, bailaba como si la pista estuviese resbaladiza, y
con pasos extremadamente amplios, tal es así que la chica muchas veces llegada
entre 6 y 7 segundo después a su posición. Este que también podría haber sido
otro gran momento se me viene abajo cuando me entero que el dolape, “le roy de
la milongá” estaba bailando nada mas ni nada menos con su hija.
Vuelven a sacar a bailar a la francesa kirchnerista, esta
vez el organizador de la milonga, que no bailaba nada mal para lo que había en
la pista, estaba un poco sudado eso sí, no dejaba mina sin bailar, no sea cosa
que no vuelvan.
La miro a mi esposa pidiendo clemencia , ya era hora de
quitar las cadenas de mis pies, y
es ahí cuando llega otro grandísimo momento, la entrada de un rengo, cabe
destacar que desde la entrada hasta la mesa de los guays, o los jóvenes de la
milonga, grupo al que él pertenecía aún , le quedaba por caminar no menos de 28
metros y 17 centímetros. Fue ahí cuando le comenté al psicópata con cierto
entusiasmo que no me iba de ahí sin verlo bailar, como si yo ya formara parte
de un cuento de Bioy , de Carlos Casares. Sin duda fue el mejor momento de la
noche.
Al lado nuestro las infaltables veteranas de guerra que
aburrían hasta a los muertos, y una pareja que sin duda era el símbolo del
amor, él media metro noventa y ella no llegada al metro sesenta, flexionaba sus rodillas al mismo tiempo
que tiraba un ocho cruzado y ella colgada de su jirafa hacía equilibrio arriba
de sus tacos de aguja sin perderle el tranco.
Y así el tinglado estaba en su esplendor, la noche lluviosa
de Buenos Aires se hacía notar, había muchas parejitas que no compartían
compañero, eran más bien como correligionarios, las miradas trasladadas a
palabras por lo bajo eran algo así como “si sacas a esa o te cabecea ese nos
vamos ahora mismo a casa y vas a ver la que te espera” y eso hacía que los
momentos ya comenzasen a hacerse monótonos , las mujeres solas ya no tenían más
nada de que hablar, por otro lado ya habían criticado lo suficiente, se podía
decir que era la hora de la retirada. No sin antes volver a escuchar sobre mi
espalda la voz de Krusty que me decía: ¿ya se van? ¿No se quedan al sorteo?, a
lo que le respondí otra vez un poco nervioso y apurado : “No podemos participar
porque somos de la comisión directiva” y nos fuimos siendo conscientes de que
las milongas de los barrios de Buenos Aires tienen mucha poesía aún para regalarnos.
Pérez Benito